«A los padres les falta mucha información sobre la lateralidad cruzada»
Se estima que entre un 25 y un 30 % de la población tiene la lateralidad cruzada o escasamente afianzada. Sin embargo, todavía hay mucho desconocimiento en la sociedad sobre el trastorno de lateralidad. Esta falta de información provoca que los padres de niños con el trastorno lleguen a la consulta con muchas dudas no resueltas, un gran temor por el futuro de sus hijos y pocas herramientas para ayudarlos de una manera eficaz en el ámbito familiar. Por esta razón, se hace necesario realizar un trabajo de psicoeducación con ellos, además de tratar la lateralidad de su hijo en terapia. Nos lo explica el psicólogo Luis Elías Llorens.
¿Cuál es la situación de los padres de un niño con lateralidad cruzada cuando acuden al centro por primera vez?
Los síntomas de la lateralidad cruzada provocan una gran cantidad de dificultades en los niños y adolescentes afectados por este trastorno. Estas dificultades son el motivo por el que los padres se muestran muy desconcertados cuando vienen a la primera visita.
¿A qué se debe su desconcierto?
A que los síntomas de la lateralidad cruzada o mal afianzada son muy parecidos a los síntomas de otros trastornos, como el TDAH o la dislexia, por ejemplo. Hasta que los padres no obtienen un diagnóstico de la lateralidad de su hijo y les proporcionamos toda la información sobre el tema, están muy desorientados, viven en una gran incertidumbre.
Todas las familias muestran un gran miedo al futuro a medio y largo plazo de su hijo, a que el fracaso escolar le impida seguir estudiando.
Pero si acuden al centro, debe ser porque están informados sobre la lateralidad
No siempre. Podríamos decir que un 30 % de los padres acuden al centro porque el pediatra le ha diagnosticado a su hijo un problema de lateralidad. Otro 20 % de los padres vienen por recomendación del psicólogo o psicopedagogo de la escuela, porque este ha detectado síntomas de lateralidad cruzada en el niño, pero otro 50 % han reconocido los síntomas que presenta su hijo en algún artículo que han leído en Internet.
Y son estos últimos los que tienen más confusión sobre la causa de los síntomas de su hijo
Sí, no saben a qué se deben exactamente sus dificultades de lectura, de escritura, comprensión, atención, hiperactividad, etc. No obstante, en casi todos los padres se dan una serie de características que indican que hay que hacer una labor de psicoeducación con ellos para que comprendan lo que le ocurre a su hijo y puedan gestionar mejor la situación en casa. Podemos resumir estos problemas o características en diez puntos.
Bien, empecemos por el primero
Todas las familias muestran un gran miedo al futuro a medio y largo plazo de su hijo, a que el fracaso escolar le impida seguir estudiando. Se preguntan qué pasará si no logra solventar todas sus dificultades, y quieren saber si el trastorno se cura, cuánto tiempo se tarda, etc. La preocupación que sienten es enorme y por eso suelen expresar la necesidad de ayuda en términos muy catastrofistas y con una gran carga emocional. Hay que explicarles que esta situación que están viviendo de forma tan dramática no lo es, porque los problemas de lateralidad tienen solución.
Conocer qué es la lateralidad y cuáles son las implicaciones de una lateralidad cruzada es fundamental para que puedan entender lo que le pasa a su hijo, el trabajo que se va a hacer en terapia y su papel en todo el proceso de recuperación de su hijo.
¿Cómo se les explica?
Haciéndoles entender que su hijo comete errores porque es humano y porque, además, tiene un problema de lateralidad. Hay que explicarles que los resultados del test de lateralidad son muy precisos, lo cual nos permitirá trabajar en terapia todos los aspectos necesarios para la recuperación. No obstante, también hay que hacerles saber que la implicación y el refuerzo de la familia durante la terapia son muy importantes en la evolución de su hijo y que, cuando es necesario, hay que trabajar con la escuela y con el psicopedagogo de la escuela para que hagan algunas adaptaciones específicas para el niño. Cuando se les proporciona a los padres toda esta información, su ansiedad empieza a disminuir.
De acuerdo, vayamos al segundo punto
Este punto es uno de los más importantes: en general, a los padres les falta mucho información sobre la lateralidad cruzada. Te dicen: «Sí, lo de las manos» o «El pediatra me ha dicho que es lo de la derecha e izquierda, pero no sabemos lo que es». Este gran desconocimiento sobre la lateralidad significa que tampoco saben cómo repercute en el rendimiento cognitivo, la motricidad, el aprendizaje escolar, la conducta y las emociones de su hijo, sea un niño o un adolescente. Conocer qué es la lateralidad y cuáles son las implicaciones de una lateralidad cruzada es fundamental para que puedan entender lo que le pasa a su hijo, el trabajo que se va a hacer en terapia y su papel en todo el proceso de recuperación de su hijo.
Si, en general, el desconocimiento es tan grande, es difícil que en casa las cosas vayan bien
Así es, y esto nos lleva al tercer problema que solemos encontrarnos en las familias: la falta de herramientas para afrontar la situación y fomentar en sus hijos unos buenos hábitos que son necesarios para que integren y consoliden el trabajo que vamos realizando en terapia, cómo estructurar el día de una manera determinada, la práctica de una serie de ejercicios que les ayudan a ir ganando autonomía, etc. Actualmente, muchos padres están ausentes porque ambos trabajan todo el día y vuelven tarde a casa, lo que les dificulta organizar y coordinar estas tareas. Por esto hay que trabajar con ellos en este sentido.
El simple hecho de que el tutor hable con el niño, le diga que está al corriente de la situación, que lo entiende y que le ayudarán en todo lo que puedan, ya le da una gran tranquilidad.
¿Cuál es cuarto problema?
En muchos casos, la comunicación entre los padres y el niño es escasa. Pero es importante que aprendan a escuchar a su hijo activamente, a reforzar positiva o negativamente algunas de sus conductas y a incentivarlo para que realice actividades nuevas que le van a ayudar en su evolución. Por ejemplo, si en terapia estamos reforzando positivamente un aspecto, en casa no se debe reforzar el mismo aspecto negativamente. También hay que identificar qué cosas le gustan a su hijo para utilizarlas como palanca para poder mejorar otras cosas, etc. Todo esto hay que hablarlo con ellos, explicarles las razones y enseñarles cómo hacerlo.
Bueno, no es sencillo y nadie se lo ha enseñado
Es cierto, por esto es tan necesario orientarles y enseñarles cómo se motiva a un niño, cómo ponerle límites, cuándo hay que imponerse y cuándo no, etc.
Quinto punto
La comunicación y las pautas para la escuela. Hay familias que están prácticamente desconectadas de la escuela de su hijo. Esto no debería ocurrir en ninguna familia, pero cuando el niño tiene un problema de lateralidad, todavía se hace más necesario, si cabe, trabajar en todos los entornos: terapeuta-casa-colegio. De poco sirve lo que conseguimos en una hora semanal de terapia si después, donde el niño pasa más horas, hay un desconocimiento de la situación y de cómo ayudarle. En el colegio deben saber que se está trabajando la lateralidad con un alumno, explicarles lo que es (si no lo saben), resolverles las dudas que puedan tener y darles unas pequeñas pautas.
Hay niños que llegan a terapia muy machacados porque sienten una gran presión. Tienen mucho miedo al error, a equivocarse.
¿En qué consisten estas pautas?
Se les puede pedir que le den más tiempo al niño para leer las actividades o para hacer los exámenes, por ejemplo. Aunque el simple hecho de que el tutor hable con el niño, le diga que está al corriente de la situación, que lo entiende y que le ayudarán en todo lo que puedan, ya le da una gran tranquilidad.
Una frase puede cambiar por completo la situación del niño
Sí, la actitud hacia él, la implicación del profesorado, los nervios que pasa el niño en el cole, todo. ¡Los chicos se pasan ocho horas en el colegio! ¿Cómo no va a ser importante que estén al tanto?
Quizá hay padres que viven el problema de lateralidad de su hijo como una vulnerabilidad
Ya son vulnerables. De lo que se trata es de ayudarlos para que dejen de serlo, sin avergonzarse y apoyándolos en todo el proceso.
Vamos a por el sexto problema que suele darse en las familias
La impaciencia. Hay padres a los que les cuesta entender que la recuperación es un proceso que lleva un tiempo y que cada niño tiene un ritmo de evolución. Quieren que se solucionen todos los problemas y dificultades en unas semanas y proyectan esta ansiedad en su hijo. Esta impaciencia está muy relacionada con la propia exigencia de los padres hacia su hijo. Pero hay pensar que el timing de un adulto no es el de un niño de siete u ocho años, máxime cuando este niño presenta un retraso madurativo por no tener la lateralidad bien trazada. Este punto también hay que tratarlo con los padres. Es natural que quieran ver progresos enseguida porque llevan mucha angustia acumulada, pero esta actitud no ayuda a su hijo.
Los padres deben aprender a celebrar cada pequeño progreso de su hijo sin focalizar su atención en los aspectos en los que todavía no ha mejorado. Si el niño ya lee bien, por ejemplo, no se puede poner el foco en que se ha dejado los calcetines tirados en el suelo.
Pasemos al séptimo punto
La gestión de la frustración. Hay niños que llegan a terapia muy machacados porque sienten una gran presión. Tienen mucho miedo al error, a equivocarse. Los adultos no debemos olvidar que son niños: tienen que aprender que pueden equivocarse, permitirse el error. Los niños deben poder ser niños, experimentar sin sentir angustia. Un niño con miedo a equivocarse será un niño sin confianza en sí mismo. Y esto no tiene nada que ver con las normas y saber poner bien los límites.
El octavo
Lo he apuntado antes: la ansiedad de la familia. Esta ansiedad no crea un clima que pueda contribuir a ayudar al niño, porque este percibe que algo pasa en casa. Los padres deben aprender a celebrar cada pequeño progreso de su hijo sin focalizar su atención en los aspectos en los que todavía no ha mejorado. Si el niño ya lee bien, por ejemplo, no se puede poner el foco en que se ha dejado los calcetines tirados en el suelo. Y esto nos lleva al noveno punto.
¿Cuál es?
Aprender a tener una actitud positiva que transmita la suficiente confianza al niño para poder desarrollar plenamente sus capacidades. Un niño debe poder estar en un ambiente tranquilo para poder aprender, para que los timings sean los adecuados, etc. Hay que cambiar la actitud de ver el vaso medio vacío y lleno de problemas a una actitud constructiva. Y relativizar mucho los errores. La mayoría de las familias no saben cómo hacerlo, se tiene que aprender.
¿Y el último aspecto?
La sobrecarga que aparece en algunos casos. Hay niños que ya sacan muy buenas notas después de un tiempo de terapia, que van a varias actividades extraescolares y hacen dos o tres deportes en los que son muy buenos, pero los padres quieren que sigan trabajando sus capacidades. Esta exigencia hace que el niño también incorpore una autoexigencia que le hará creer que nunca es demasiado bueno, que nada es suficiente. En estos casos, también hay que orientar a los padres, hacer un trabajo familiar.
¿Cómo responden los padres a toda esta labor psicoeducativa?
Normalmente, muy bien. Cuando ponen en práctica las pautas, ven que obtienen buenos resultados, que las cosas mejoran en casa, y esto también les motiva para seguir introduciendo cambios. Además, como van constatando que su hijo mejora en el colegio, estos progresos contribuyen a disminuir su preocupación y ansiedad.
Luis Elías Llorens Director y fundador de Centro Llorens. Licenciado en Psicología y especializado en Lateralidad. Número de Colegiado: 22891.