¿Por qué lateralidad, equilibrio y aprendizaje están interrelacionados?
Los problemas de equilibrio como síntoma de lateralidad cruzada
La lateralidad, el equilibrio y el aprendizaje escolar están estrechamente relacionados. El equilibrio es una de las habilidades físicas que se adquiere durante el desarrollo motor. El desarrollo motor se produce a lo largo de las diferentes etapas de la infancia, etapas en las que el niño aprende progresivamente a controlar sus músculos logrando, asimismo, otros hitos como gatear, realizar movimientos, caminar, mantenerse erguido, sentarse, correr, patear, lanzar y manipular objetos, balancearse, interactuar con su entorno y ser autónomo física y funcionalmente.
La mayoría de las personas con lateralidad cruzada o insuficientemente afianzada presentan un retraso en el desarrollo motor, motivo por el que uno de los síntomas más frecuentes en ellas son los problemas de equilibrio estático (control postural) y dinámico (coordinación general).
Cómo afecta el equilibrio al aprendizaje
El equilibrio y la coordinación, junto con la atención, son las claves de un buen aprendizaje. Y es el equilibrio el que proporciona la base para el desarrollo de la coordinación, los movimientos estables y el control del cuerpo para, por ejemplo, practicar deportes.
Asimismo, la percepción visual ̶ que es la que permite que el niño pueda leer las líneas de un texto o seguir el movimiento de una pelota y atraparla gracias al control de los movimientos oculares ̶ y el procesamiento de la información que nos llega del entorno a través de la visión, el oído y el tacto también dependen de un equilibrio afianzado.
La especialista en neurodesarrollo Sally Goddard Blythe, autora de libros como El niño bien equilibrado y Atención, equilibrio y coordinación, lo explica así: «El equilibrio es mucho más que la capacidad de pararse sobre una pierna o caminar sobre una cuerda floja. Es el primero de los sistemas sensoriales en madurar y juega un papel esencial en la forma en que el cerebro interpreta la información de los otros sentidos. La manera en que un niño ve, oye y siente el mundo que lo rodea está íntimamente relacionada con el funcionamiento del equilibrio. Esto se debe a que el equilibrio es el único de los sistemas sensoriales que no tiene una sensación especial propia. Solo nos hacemos conscientes del equilibrio cuando nos enfrentamos a un desafío particular o cuando algo sale mal».
El equilibrio físico repercute en el equilibrio emocional
Es muy habitual que los pacientes con problemas de lateralidad también tengan problemas de autoestima e inseguridad. Las dificultades de aprendizaje los hacen sentirse diferentes y suelen ser diana de las burlas de los otros niños. Hasta que no inician la terapia, la mayoría piensan que tienen menos capacidades cognitivas que sus compañeros. Además, debido a sus problemas de equilibrio y coordinación, suelen verse excluidos de los juegos durante el recreo. Pero hay algo más.
La seguridad emocional se empieza a construir durante la infancia y esta depende en gran medida de que el niño se sienta seguro y estable en el espacio. Es decir, el equilibrio físico, al proporcionar seguridad y estabilidad en el espacio, también aporta equilibrio emocional.
Por qué hay que trabajar el movimiento en la terapia de lateralidad
Esta seguridad física y la conciencia que se desarrolla de la propia posición en el espacio se van adquiriendo mediante el movimiento. Sally Goddard Blythe lo explica en una interesante entrevista publicada en inglés:
«Los niños aprenden con sus cuerpos antes de aprender con sus mentes. En mi opinión, una mente sana es el producto de que cerebro y cuerpo trabajen juntos en perfecta armonía. Cerebro y cuerpo aprenden a trabajar juntos a través de la experiencia física. El movimiento es el principal medio a través del cual se lleva a cabo este proceso y es el primer idioma del niño. Los niños se expresan a través de una combinación de movimiento, gestos y alteración de la postura mucho antes de aprender a hablar. Todo el mundo sabe que los niños saltan de alegría espontánea, se agachan cuando tienen miedo o se extienden hacia adelante cuando esperan alguna cosa. Estos gestos, que cada vez son más elocuentes, con el tiempo y la práctica constituyen la base de la comunicación no verbal, de la cual dependerá hasta un 90 % de la comunicación eficaz en el futuro. El movimiento también ayuda al desarrollo de las vías que participan en el control del sistema visual (lectura), la coordinación ojo-mano (escritura), el control postural (poder parar quieto) y el mantenimiento de la atención. La atención, el equilibrio y la coordinación son el comienzo de la preparación física para la educación formal».
Como hemos visto, el equilibrio, el movimiento, la relación con el entorno y la cognición son aspectos indisociables para un buen desarrollo. De hecho, si uno de ellos falla, los otros se ven afectados. Los pacientes que presentan un retraso motor necesitan desarrollar el movimiento mediante ejercicios específicos de motricidad como una parte fundamental de la terapia de lateralidad. Tengamos en cuanta además, que, actualmente, muchos niños presentan retraso motor (aunque tengan la lateralidad bien establecida) debido a un estilo de vida sedentario que no propicia el movimiento físico.
Al mejorar sus habilidades motoras, los pacientes también mejoran sus habilidades cognitivas, su capacidad de atención, concentración, comprensión, autonomía y autoestima, motivo por el que aumenta su rendimiento escolar y su bienestar emocional.
El hecho de constatar que van adquiriendo habilidades a través del movimiento va modificando la idea que tenían de sí mismos, lo cual también aumenta su motivación. Es importante señalar que estos ejercicios, al realizarse en un entorno que el niño percibe como un espacio seguro y en el que se validan sus progresos, posibilitan que vayan afrontando sus miedos y reduciendo su frustración, otro de los síntomas habituales entre los pacientes con problemas de lateralidad.
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Luis Elías Llorens Director y fundador de Centro Llorens. Licenciado en Psicología y especializado en Lateralidad. Número de Colegiado: 22891.